El movimiento campesino guatemalteco está siendo blanco de ataques armados. En los últimos 15 días fueron asesinados tres líderes campesinos, Mateo Chamán Pau y José Pau Xol del Comité Campesino del Altiplano, CCDA, y Luis Arturo Marroquín del Comité de Desarrollo Campesino, CODECA.
Hoy por la madrugada fue baleado el automóvil de la Central Indígena y Campesina Chorti´ Nuevo Día, en donde se conduce el coordinador general de dicha organización, Omar Jerónimo. De acuerdo con información oficial, el vehículo presenta una perforación producida con bala en una de las puertas del lado derecho.
En otra información se dice que los maleantes dejaron un mensaje escrito en papel periódico y que está en poder del Ministerio Público, MP, como evidencia.
Estos hechos criminales se han registrado en diferentes departamentos, Alta Verapaz, Jalapa y Chiquimula, geográficamente se puede decir que no tienen relación, pero es evidente que existe una relación en la intencionalidad; existen grupos o aparatos clandestinos que pretenden sembrar terror y temor en las organizaciones indígenas y campesinas, para que no sigan defendiendo derechos colectivos de pueblos originarios, derechos humanos y derechos de la naturaleza.
Existe un listado grande de interesados en callar la voz de las organizaciones indígenas y campesinas, por ejemplo: empresarios, narco-finqueros, militares, políticos (alcaldes, diputados y funcionarios del organismo ejecutivo), pero es tarea del MP identificar cuál de estos grupos es el responsable.
La sociedad guatemalteca honrada debe preocuparse, porque al parecer existe un plan maquiavélico de hacer retroceder a nuestro país al pasado, a esos años cuando se asesinaba a cualquier persona que defendía sus derechos. ¿Será que los dueños de la finca llamada Guatemala “soltaron, nuevamente, a sus chuchos” para atemorizar al pueblo?
¿Sembrar temor para qué? Para continuar con sus proyectos de muerte y operar con total impunidad. Entiéndase como proyectos de muerte las hidroeléctricas, los monocultivos, los proyectos mineros y las narco-fincas. Además, les molesta a los políticos que sean las organizaciones indígenas y campesinas las que eleven su voz, del campo a la ciudad, en contra de la corrupción e impunidad.
Es momento en que las organizaciones indígenas, campesinas y de derechos humanos activen su plan de seguridad, porque al parecer esto se pondrá “color de hormiga”, vale la pena citar una consigna del Comité de Unidad Campesina –CUC- “a mayor represión, mayor organización”.
Por: José Gabriel Cubur
Fotos: Cortesía de Nuevo Día y CCDA
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